4 dic 2010

Tiempo atrás, cuando todavía era joven y mis recuerdos eran mucho más nítidos que ahora, intenté escribir varias veces sobre Naoko. Pero entonces fui incapaz de escribir una sola línea. Era consciente de que una vez brotara la primera frase, las restantes fluirían espontáneamente, pero ésta jamás brotó. Todo era demasiado nítido, y yo nunca supe cómo moldearlo. El mapa más detallado puede no servirnos en algunas ocasiones por esta misma razón. Pero ahora lo sé. En definitiva –así lo creo–, lo único que puedo verter en este receptáculo imperfecto que es un texto son recuerdos imperfectos, pensamientos imperfectos. Y cuanto más ha ido palideciendo el recuerdo de Naoko, más capaz he sido de comprenderla. Ahora sé por qué me pidió que no la olvidara. Por supuesto, ella intuía que mi memoria la borraría algún día. Por eso me lo pidió: «¿Te acordarás siempre de que existo y de que he estado a tu lado?».

Este pensamiento me llena de una tristeza insoportable.
Porque Naoko jamás me amó.

1 comentario:

Mirna Macondo dijo...

De Haruki Murakami, es el que más me gustó, y me he leído 4 o 5. No termino de entenderlos ni de identificarme con ellos, pero me resulta muy relajante leerlos, ideales para épocas de exámenes.
Leí tu entrada anterior y espero que no sea autobiográfico, que todo te vaya bien.
Besitos desde Marte (me gusta mucho como escribes, intento no saltarme ninguna de tus entradas... así que lo siento si no comento en todas, porque estás en la lista de blogs que no me pierdo! (que para desgracia mía y de los otros bloggers, es un poco-bastante-muy corta...)
Mirna

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