Y ahora, desde mi cama,
os puedo decir:
que a través de la ventana,
húmeda y con gotas de lluvia,
puedo ver la luna llena,
en esta fría y plácida noche de primavera.
Y no es que me haya vuelto loco,
pero en Santiago de Compostela,
la lluvia es arte,
la luna magia,
y el sol,
poesía.